Buscador del Blog

lunes, 11 de marzo de 2013

Los Sefardíes y la intolerancia española


. La imposibilidad de convivir con otras culturas.

España, país de envidias, picaresca, chorizos… ni hacemos, ni dejamos. Y así llevamos siglos, creyéndonos el ombligo del mundo cuando lo que realmente somos es el hazme reir de Europa. ¡No nos engañemos! seguimos igual. Las diferencias de países desarrollados de Europa con respecto a España cada vez son más grandes y distantes. España se encuentra a la cola de Europa en productividad y competitividad. Trabajamos mal. Mucho tiempo en el trabajo pero poca rentabilidad por hora trabajada y, no nos engañemos, más horas no significa mayor productividad. Que hay que dedicarle menos tiempo a la “cañita”, al café y a la lotería, y más al trabajo por el que se nos paga. Esta es la gran asignatura pendiente de los españoles, que no le damos importancia al tiempo. Según un estudio comparativo elaborado con datos oficiales por la escuela de negocios IESE y Adecco, España es el tercer país con la jornada laboral más larga de toda la UE, pero es el que menor rendimiento obtiene por hora trabajada. ¡A ver si nos enteramos y aprendemos del resto de Europa. Que luego no nos explicamos el porqué de tanto paro y tanta empresa que se cierra!
Los Sefardíes y la intolerancia españolaLos judíos que habitaron en la península Ibérica, así como sus descendientes tras la expulsión de 1492, son conocidos con el nombre de sefardíes, derivado de Sefarad, denominación bíblica de la península Ibérica. Estos sefardíes fueron de los primeros que sufrieron la soberbia española, en este caso a manos de los “insignes Reyes Católicos”.
Quisiera hacer, al respecto de la introducción de esta editorial histórica, un repaso por lo que ha sido nuestra historia desde hace siglos. Una historia marcada por la “sin razón” y las conquistas más allá de nuestras fronteras, y además sin “invitación”. Una historia que, aunque no lo queramos ver, nos coloca en una situación de tremenda desventaja con respecto a países de nuestro entorno económico, cultural y social. Una historia que, entrados en el siglo XXI, nos coloca casi en posiciones de mediados del siglo XX. Y si no, ahí están los datos: económicos, sociales, de investigación, culturales, educativos, sanitarios, agrarios y un largo etc. Seis millones de parados en España y aún se nos sigue diciendo que esto empezará a arreglarse a últimos de este año 2013. ¿Pero cómo? ¡Con las políticas de absoluta austeridad que están asolando el país. Si desde hace mucho tiempo economistas de prestigio mundial están diciendo que la solución pasa por todo lo contrario¡. Repito: Soberbia, envidia, picaresca, y añado, falta de personalidad política. Pero claro, con estos mimbres, a quién pretendemos dar lecciones. Lo primero que tenemos que pensar es que un país solo se levanta con una relación productividad/hora trabajada alta. Es decir, siendo competitivos. Pero pasa todo lo contrario, como ya he dicho en la introducción nuestro ratio de productividad es de los más bajos de Europa.
Pero en fin, comencemos nuestra editorial historica para conocer y recordar, un poco mejor, quiénes somos y de dónde venimos.
Precisiones sobre la denominaciónEn sentido intrínseco, la palabra sefardí designa al judío originario de la península Ibérica, de donde sus antepasados fueron obligados a marchar a causa del edicto de expulsión de 1492. En sentido amplio, la denominación se ha aplicado también a los judíos que salieron de la Península tras los ataques antijudíos de 1391, pero sería incorrecto ampliarlo a fechas anteriores.
Los sefardíes poseían una liturgia y costumbres propias y hablaban el idioma judeoespañol, también llamado sefardí o ladino, que de hecho es el judeocastellano. No sería correcto aplicar el término sefardí tan sólo por razones de liturgia, olvidando otras características, en especial la lengua. Por ello, no resulta pertinente llamar sefardíes a otros judíos mediterraneoorientales que, sin descender de los judíos hispánicos, comparten con ellos ciertas costumbres en la liturgia y el contacto con la cultura arabigoislámica, en contraposición a los asquenazíes, de lengua yiddish y procedencia centroeuropea.
Desarrollo históricoAsentados en la Península desde el bajo Imperio romano, los judíos tuvieron una amplia participación en la vida política y cultural, hasta que la intolerancia imperante en los siglos XII al XV culminó con el decreto de expulsión de los Reyes Católicos (1492).
La baja edad media
En los últimos siglos del medievo, los judíos estaban, por lo general, protegidos por los monarcas cristianos, de quienes dependían. Como contrapartida a su protección, los reyes tenían entre ellos a los mejores médicos, banqueros y astrónomos de sus reinos, además de una importante fuente de ingresos económicos. No obstante, la presión de la religiosidad popular, muchas veces promovida desde el estamento eclesiástico, condujo al decreto por el cual los judíos que no se convirtieran al cristianismo serían expulsados de los reinos de Castilla y Aragón.
Destinos diversos
El número de judíos expulsados de España no está determinado, pero se cifra entre 100.000 y 200.000, a los que hay que añadir los pocos que, tras haber simulado el bautismo, criptojudíos o judaizantes, huyeron durante los siglos XVI al XVIII a países donde podían reunirse y vivir con libertad como judíos. La mayoría de los expulsados se dirigieron a Portugal, donde los que no se convirtieron fueron también expulsados entre 1496 y 1497; otro contingente se marchó hacia Marruecos, Tunicia y Argelia y, desde allí, un grupo numeroso siguió hasta Egipto o Palestina; otros huyeron por Navarra a los territorios pontificios de Francia. Los que siguieron hasta Italia y no se instalaron en aquel país pasaron a los Balcanes, Asia Menor y Palestina, donde se juntaron con los que habían tomado el camino del norte de África.
En todos los lugares donde se asentaron, fundaron centros judíos que conservaron la lengua y el recuerdo de su tierra de procedencia. En el Imperio otomano incluso tuvieron acceso a la corte de los sultanes. Las comunidades sefardíes más importantes estuvieron en Constantinopla, Tesalónica, Adrianópolis, Esmirna, Monastir, Safed, Tiberíades y Jerusalén. Los falsos conversos que huían de la Inquisición lograron establecer comunidades en Países Bajos y penetraron, cuando las circunstancias lo permitieron, en los demás países centroeuropeos y en Reino Unido.
De los Balcanes a América
A fines del siglo XIX, los sefardíes del Imperio otomano empezaron a emigrar a América, donde conservaron el recuerdo de su procedencia. En Turquía, la nueva constitución turca de 1908, que obligaba a los judíos a prestar el servicio militar, aumentó la corriente migratoria hacia el Nuevo Continente. En las naciones surgidas del desmembramiento de los imperios otomano (Grecia, Bulgaria, Yugoslavia, Montenegro, etc.) y austro-húngaro (Rumania), las comunidades judías fueron diezmadas, cuando no eliminadas, con la persecución nazi durante la II Guerra Mundial.
El Estado de Israel
Después de la creación del Estado de Israel en 1948, una parte de la población sefardí decidió instalarse en aquel lugar, donde han mantenido una actividad notable y representan un porcentaje significativo de la población. En el judaísmo mundial, los sefardíes constituyen el 60 %. En la actualidad sigue siendo importante la comunidad sefardí de Marruecos, a pesar del éxodo que se produjo tras la independencia (1957-1963), dentro de la operación de retorno a Israel.
La diásporaA consecuencia de la expulsión de 1492 se formaron dos grupos de judíos: los que se quedaron en la península Ibérica y los que emigraron. Al judío que se quedó (tras ser bautizado) se le llamó judeoconverso, o criptojudío, judaizante, marrano, etc., términos no siempre aplicados con precisión. Los judíos que emigraron fueron los propiamente sefardíes.
El Imperio otomano
El contingente mayor marchó a tierras islámicas, aunque en el plano cultural destacó el núcleo de Amsterdam. Entre las comunidades africanas sobresalieron los núcleos marroquíes, que seguían el rito de Castilla y hablaban la variante del judeoespañol llamada jaketía. Con posterioridad, muchos se desplazaron al oriente mediterráneo, hacia el Imperio otomano, en concreto los Balcanes y Palestina. En Oriente destacó la actividad del financiero Yosef Nasí, duque de Naxos (1566); en Palestina florecieron los estudios talmúdicos de Yosef ben Efraim Caro, autor del Shulján Aruj, y los estudios cabalísticos de Moshé Cordovero e Ishaq ben Salomón Luria; en Esmirna se manifestó, a mediados del siglo XVII, el falso mesías Shabbetay Zevi, cuyos seguidores constituyeron la secta judeoislámica de los donmés.
Europa
De los grupos sefardíes residentes en países católicos, los más notables fueron los de la Francia atlántica (en torno a Burdeos) y los itálicos de Livorno, Venecia y Ferrara, donde en 1553 se imprimió la Biblia de Ferrara, en doble versión, una para cristianos y otra para judíos, ambas con caracteres latinos. En los países de cristianismo reformado alcanzó extraordinaria importancia el núcleo de Países Bajos, con centro en Amsterdam. Allí destacó el filósofo B. Spinoza (1632-1677), sefardí, si bien se distanció de su cultura de origen.
De Países Bajos pasaron a Alemania, y en tiempos de Cromwell regresaron a Reino Unido bajo la guía espiritual de Menasé ben Israel, autor del opúsculo Esperança de Israel, publicado en español (Amsterdam, 1650) y que el mismo autor tradujo al latín y dedicó al Parlamento británico. Entre 1700 y 1750 era igual el número (un millón) de asquenazíes y sefardíes. A pesar de su importante presencia en Europa, los principales núcleos sefardíes seguían estando en los Balcanes. En 1730 apareció el primer tomo de la gran enciclopedia Meam loez, escrita en judeoespañol con caracteres hebreos, reeditada varias veces. En el siglo XIX llegó a los núcleos sefardíes de los Balcanes la renovación cultural, que la Ilustración había promovido un siglo antes en los grupos asquenazíes, gracias a la actividad de la Alliance Israélite Universelle en los núcleos sefardíes de naciones europeas que gozaban de las llamadas Capitulaciones.
Regreso a España
En España, la actividad parlamentaria del senador Ángel Pulido culminó en el real decreto del directorio militar de 1924, que concedía la nacionalidad española a las personas de origen español que cumplieran determinados requisitos: no se menciona de manera explícita la palabra sefardíes ni siquiera la palabra judíos, pero la exposición preliminar empieza diciendo que «existen en el extranjero, principalmente en las naciones de Oriente y en algunas del continente americano, antiguos protegidos españoles o descendientes de estos, y en general individuos pertenecientes a familias de origen español». Un decreto ley de 1948 concedió la nacionalidad «a una serie de familias sefardíes que, desde tiempos del Imperio otomano, gozaban en aquellos territorios de tal gracia», a lo que siguió la publicación de listas nominales de personas residentes en Egipto y Grecia, incluidas en el ámbito de ese decreto. En julio de 1982, al modificarse algunos artículos del código civil acerca de la adquisición de la nacionalidad española, se legisló que cuando se tratara de sefardíes serían suficientes dos años de residencia en España.
LenguaLa lengua hablada por los sefardíes ha recibido diversos nombres según los países y los lingüistas, que sostienen denominaciones dispares, aunque las principales son ladino y sefardí, a las que debe añadirse judeoespañol, que es un cultismo reciente. Otras denominaciones son: djudezmo/djudesmo (según algunos, judeoespañol vernáculo), espaniol, espanioliko, jaketía (en Marruecos), yidió y yudió. En general, el judeoespañol se caracteriza por el mantenimiento del sistema fonético del castellano medieval y la persistencia de la mayor parte del sistema morfológico, aunque con algunas variantes, como las formas del pretérito indefinido de los verbos de la primera conjugación, mientras que la sintaxis ha evolucionado bastante y el léxico se ha incrementado con vocablos franceses, italianos y orientales. En judeoespañol y con caracteres latinos se publica Aki Yerushalayim, revista semestral fundada en 1979 por el equipo de la emision judeoespañola de Kol Israel (Radio Israel); sus objetivos fundamentales son el conocimiento y la promoción cultural, folclórica e histórica.
Literatura
Se pueden reseñar tres grandes áreas de creación literaria.
Literatura tradicional
A partir del estudio realizado por Iacob M. Hassán, puede decirse que la literatura judeoespañola se caracteriza por su corriente tradicional, o literatura transmitida. Destacan las romansas, muchas de origen hispánico pero otras de creación original sefardí, en especial después de 1750, los cantos de boda, las canciones rituales y los cantos líricos, conocidos como canticas, en su gran mayoría adoptadas del cancionero popular de los países balcánicos, y también refranes.
Literatura religiosa
En un segundo grupo de producción literaria sefardí, en esencia de carácter religioso, se ha recogido y proyectado el patrimonio cultural judío, y por ello suele hablarse de literatura patrimonial: el ejemplo más relevante es el Meam locez, pero también deben recordarse las traducciones ladinadas de la Biblia, los libros piadosos y, sobre todo, las coplas.
Literatura adoptada
A través de la llamada literatura adoptada, culta y profana, los sefardíes han intentado incorporarse a la literatura contemporánea mediante la adopción de géneros como el periodismo, la novela, el teatro y el ensayo, aunque hasta ahora sólo se ha profundizado en el conocimiento del teatro.
——————————————–
Análisis realizado por Manuel Lozano Serna, director General del Grupo Multimedia de Comunicación LA CERCA, con ayuda (en los textos) de Gran Enciclopedia PLANETA.
Fuente: .lacerca.com

Fuente para este blog

http://www.esefarad.com/?p=40208

No hay comentarios:

Publicar un comentario